Dice la editora Pilar Reyes, de Alfaguara y colaboradora del Máster en Edición, que «cada libro es un acto de fe, como lanzar un mensaje en una botella al mar».
Por su parte, Carlos Reves, editor de largo recorrido en Planeta y también colaborador del Máster, apunta: “Nosotros seguimos trabajando con criterios humanos; es decir, el gusto, el olfato y el saber hacer de los equipos editoriales».
Estos son solo dos ejemplos en los que se apoya el sabio GS (Guillermo Schavelzon) (en la entrada ‘Al asedio de los editores’ de su blog) para poner en duda los desmesurados elogios de algunos propagandistas al big data, quienes con desmesura lo ven como la gallina de los huevos de oro aplicado al mundo de la edición. Y ello, con la ilusa intención de obtener/cazar obras literarias o ensayísticas de gran éxito. Madre de Dios. Pero, como se desprende del artículo de GS, las máquinas (y los algoritmos) valen para muchas cosas, por supuesto, aunque, cuidado, no pueden suplir determinados sentimientos humanos como el de la intuición de determinados editores.
«¿Por qué emociona una obra y no otra? Resuelvan eso y cuadrarán el círculo», dice el editor Pere Sureda en los comentarios al debate planteado por GS.