Con la intención de aportar utilidad y dinamismo a la comunicación y ganarse al lector —o convencerlo sin rodeos—, algunos diseñadores de cubiertas emplean recientemente las franjas (rojas, blancas, negras; ver ensayo sobre Oppenheimer Prometeo americano) como una táctica gráfica sencilla y recurrente, sobre todo en tapas de editoriales de implantación media; táctica que en algunos sellos se convierte en estrategia gráfica de sus cubiertas e incluso su marca. Es el caso de Libros del Asteroide, Galaxia Gutenberg, Acantilado, Sexto Piso, Periférica, Debate, Pequeños Placeres, Salamandra, Gatopardo Ediciones, Cabaret Voltaire, Minúscula, Navona… Pocas son las editoriales que desdeñan —ni siquiera esporádicamente— emplear 1/2 página, o 1/3, o 1/5, o 1/8, de la superficie de portada de cubierta para que «titular, autor o frase explicativa se vean unidos, vinculado» y mantienen espacios/tiras/cenefas en blanco o color: las franjas.
Los portadistas, en la actualidad (ver como excepción la reciente cubierta plena de degradados del EPS (a)diseñada por Diego Areso), echan mano de franjas que… o bien rompen la superficie de la fotografía que las ilustra, o bien cubren un espacio de izquierda a derecha en la parte superior o en la inferior;otras, en cambio,se presentan de arriba abajo partiendo la mitad frontal (verticalmente, como Edicions del Periscopi) para demostrar su audacia; otras lo hacen por coherencia gráfica con el título de la obra; otras, enmarcando los elementos de texto en tiras. Y ello, sin considerar que a ciertas cubiertas le añaden (la inseguridad de algunos editores les vuelve insaciables) una faja con frases a la carta de medios internacionales o de colegas pelotas. Pero, a este respecto, ¡no carguemos el frontal de las cubiertas con tanto elogio, se ve el truco! Elogios, «los mínimos»; y si deben ir: que vayan en la contra, pues el lector no se deja arrastrar tan fácilmente con manoseos lingüísticos.
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