¿A favor o en contra? ¿Cercanía o asepsia? Nunca nos pondremos de acuerdo.
En la revista Qué Leer se dice: «En principio, no tengas miedo de subrayar un libro. Despójate de esa absurda inhibición material sobre conservar tus libros inmaculados como si acabaras de sacarlos de la librería. Un libro virgen es un libro frustrado; además, como recuerda Alberto Manguel, los lectores no pueden más que ser subversivos. Así que desflora tus libros con el placer que merece todo acto textual».
«Contrariamente a lo que suele pensarse, la lectura no es un traspaso unilateral de información entre el libro y el lector, sino el descubrimiento que hace de sí mismo el lector cuando se encuentran su experiencia y el libro que está leyendo. Dicho de otra manera, las palabras que contiene el libro son de otra persona hasta que las lees. Es tu voz la que escuchas dentro de tu cabeza mientras lees un libro».
«Cuando sientes que algo en sus páginas te mira a los ojos, subráyalo. Puede ser una de esas Grandes Frases sobre el Sentido de la Vida o simplemente un bello decir. Puede ser incluso un chiste o un insulto que jamás habías oído. Puede ser cualquier cosa: quien decide si algo merece ser subrayado eres tú».
La excelente periodista Lucía Taboada decía en GQ, la revista norteamericana masculina de tendencias, apunta en su Manifiesto a favor de subrayar libros que «si William Blake y Charles Darwin, dos genios, lo hicieron… ¿por qué nosotros no?
Anotar finalmente a este debate que roza lo intrascendente, el post del Magazin Cultural escrito por Sorayda Peguero Isaac: «¿Subrayar libros es un acto de vandalismo literario o un síntoma de bibliofilia? La autora confronta sus preferencias con las consideraciones de un colega que rechaza esta práctica, expone lo que pensaba al respecto el filósofo Umberto Eco y consulta las opiniones de dos amantes de los libros: el librero Felipe Ossa y la escritora Irene Vallejo».
Sobre este enlace, que convendría leer de arriba abajo, anotamos: «¿Subrayar libros es un acto de vandalismo literario o un síntoma de bibliofilia? El Diccionario de la Real Academia Española define la bibliofilia como la “afición de coleccionar libros, y especialmente los raros y curiosos”. Umberto Eco dijo en su conferencia que la bibliofilia “es, sin lugar a duda, el amor por los libros”. El filósofo habló de los diferentes tipos de bibliófilos, entre ellos, los que leen con rotulador en mano: “Al amante de la lectura, o al estudioso, le encanta subrayar los libros contemporáneos, entre otras cosas porque, a distancia de años, un determinado tipo de subrayado, una señal en el margen, una variación entre rotulador negro y rotulador rojo, le recuerdan una experiencia de lectura”. Otros sacrílegos confesos fueron Julio Cortázar, William Blake, Alejandra Pizarnik y George Steiner. Además de practicar el arte del subrayado, todos escribían notas en los márgenes de sus libros. El método de Cortázar es digno de mención. No solo marcaba sus pasajes predilectos, también señalaba sus desacuerdos con los autores, discutía con ellos a punta de lápiz y no les perdonaba ni un solo despiste. En la primera página de Paradiso, la novela de Lezama Lima anotó: “¿Por qué tantas erratas, Lezama?».