En su libro de memorias, publicado en español bajo el título Lector voraz (Navona, 2018), Robert ‘Bob’ Gottlieb enuncia las que considera que son las bases y los principios de la edición. Aquí los reunimos, pues tanto, los editores como los nuevos editores deberían conocerlos.
Las bases de la edición
Contestad a vuestros escritores de inmediato.
Es el libro del escritor, no el vuestro.
Intentad aaudar a que el libro sea una versión mejorada de lo que es; no intentéis que sea lo que no es.
Emplead vuestra fuerza y vuestro ego en servir al escritor, no por el bien de ellos ni por el vuestro.
Y una y otra vez: es un trabajo de servicio.
Principios de la edición
Y los principios de la edición tal y como los aprendió e intentó poner en práctica:
Editar es el negocio en el que intentas verbalizar tu propio y honesto entusiasmo por un libro y por un escritor al resto del mundo.
Si crees en un libro hay otros que también lo harán, porque tú no eres especial.
Cada libro tiene su propio público potencial; intentad averiguar cuál es y tratad de llegar a él. No intentéis venderle cada libro a todo el mundo.
Tomaos en serio cada detalle, puesto que no sabemos qué hace que cierto libro funcione mejor que otros. A excepción, claro está, de sus cualidades innatas.
Y quizá la parte más difícil de aceptar: los lectores no son estúpidos: sus instintos demostrarán ser más sensatos que los vuestros.
«Dadle un respiro al lector»
Además de estas bases y principios de edición Gottlieb no deja de lado a los lectores. Nos debemos a ellos también como editores y conviene tenerlos en cuenta en el proceso del libro:
Mantened el precio del libro lo más bajo posible.
Aseguraos de que la letra es legible y, cuando sea posible, generosa; legibilidad lo es todo.
No habléis de una fotografía o retrato importante y no lo mostréis después.
Utilizad titulillos en la cabecera útiles, el nombre de un relato o artículo en particular en vez del nombre del autor (el lector ya lo conoce).
Evitad utilizar titulillos a pie de página en vez de en la cabecera: desvían el ojo del lector al final de la página.
No utilicéis elementos decorativos sofisticados en una página que puedan distraerlos del texto; en otras palabras, no diseñéis en exceso.
Etcétera, etcétera. Es fácil: recordad las cosas que os irritan en los libros que estáis leyendo. Haced con los demás…