Saltan cada día a la Red muchas noticias sobre la crisis del libro. Es una auténtica lluvia fina que se convierte en hielo en un ambiente tan poco optimista. La crisis sigue, claro. Y no falta amarillismo vinculado a la instantaneidad online, pues la industria tan interesada en vender hard o máquinas sofisticadas de comunicación a mansalva (móviles a manta) pega duro, muy duro, casi siempre con el guante lleno de metralla washapera y enlaces mil con titulares realmente infumables. Pero eso no quita que veamos que la realidad del sector se tambalea —y se centra también— en países y en empresas que no han sabido adaptarse a los nuevos tiempos.
Por ejemplo, veamos el caso de un análisis aparecido en el diario Clarín, de Buenos Aires. La periodista Verónica Abdala explica que las ventas y la producción editorial han decaído notablemente en Argentina y que las importaciones de otras potencias editoriales, como Colombia, México y España, han crecido hasta un 65%. El sector editorial argentino tiene que preocuparse porque estas cifras evidencian que no están logrando satisfacer las necesidades de los lectores y que están perdiendo competitividad en el mercado local, frente a la oferta internacional.
Algunos editores y libreros, sin embargo, no tiran la toalla. Aunque están viviendo desde hace algunos años un shock tecnológico y las opciones de conseguir un libro online se multiplicaron, las librerías independientes han encontrado un modelo de negocio que funciona y da esperanza al sector editorial: se han convertido en los centros culturales de las comunidades.
El profesor Ryan Raffaelli, de la Universidad de Harvard, ha analizado la adaptación de las librerías independientes en Estados Unidos y es muy optimista al respecto. Las cifras indican que entre el año 2009 y el año 2015 ha aumentado el número de librerías en un 35%. Mientras que se sigue hablando de una caída del sector editorial en diferentes lugares del mundo, por lo que, desde esta perspectiva, se visualiza un crecimiento que… ya veremos a dónde lleva al mundo del libro.
David Sandberg, co-fundador de Porter Square Books cuenta su experiencia en este vídeo. Su librería es única, ha dejado de centrar su negocio en vender sus libros como un producto (para empacar y llevar a casa) y ha pasado a pensar su negocio como un servicio, como un punto de encuentro que se ha convertido en necesario para la comunidad local. El acercase al lector, relacionarse con él, es el objetivo más beneficioso.