Los libros en papel siguen subiendo sus cifras de ventas.
Desde el año 2007, cuando el mundo se vistió de dispositivos Kindle, se vaticinó que las ventas de libros electrónicos superarían las de libros en papel, y que esto significaría, a largo plazo, su muerte. Sin embargo, casi 10 años después, este presagio aún no se ha cumplido, como lo dice este artículo del diario El país: «Quiero leer en papel» de Joseba Elola, el papel sigue más vivo que nunca.
En cifras, el libro electrónico actualmente sólo representa el 5,1% de la facturación en España, el 28% en Estados Unidos, y en promedio a nivel mundial no supera el 25%. Esto no significa otra cosa más que el formato papel y el formato electrónico seguirán coexistiendo por muchos años más.
La reducción de ventas de libros electrónicos y el aumento de libros en papel, tampoco significa que los ebook vayan a desaparecer pronto, pues la venta de dispositivos electrónicos continúa y estamos aún ad portas de la revolución digital. Podría significar que o bien aún no hemos cambiado nuestros hábitos de lectura o que el libro electrónico aún no se adapta a las necesidades del 75% de los lectores.
Es cierto que estudiantes prefieren leer en papel porque se concentran más y que lectores tradicionales que enaltecen su belleza como objeto y prefieren buscarlo en librerías o bibliotecas, pero también existen esos lectores que leen en su móvil en el transporte público, cada vez más.
Mientras sigan existiendo variedad de lectores, seguirán existiendo variedad de formatos adaptados para ellos. Los lectores digitales tendrán su ebook, los lectores de papel tendrán su edición en tapa dura, rústica o su edición de bolsillo y los lectores de libros de quiosco encontrarán sus favoritos en las estanterías. Lo que queda claro es que los lectores del libro de papel somos más y el libro seguirá vivo.