por CARMEN ESCOBAR
Pocas cosas me dan ilusión en la vida. La comida es una de ellas. Podría pasarme comiendo buena parte del día, hacer una pausa para dormir y luego, seguir comiendo. Podría también hablar de comida por días enteros. Lo hago con un entusiasmo inusual en mí. (Nadie me describiría como una candidata a porrista). Comer me da alegría y cocinar me deja tan satisfecha y sonriente como un buen polvo.
En mi país, la comida es tan barata que puedes comer fuera de casa casi a diario sin caer en la bancarrota. Puedes, sí. Hay almuerzos económicos y otros no tanto, pero con la dosis justa de organización, comes como un rey (o una princesa sin anorexia) por poco dinero. Aquí, por lo menos, cuatro de cinco días de mi semana transcurren entre el súper, la cocina y mis clases de Máster. Si no estoy escribiendo o leyendo, estoy pensando qué cocinaré.
Ya dejé de convertir el euro a mi antigua moneda y cuando me toca pagar en el supermercado, solo cierro los ojos. Como quien se resigna a lo inevitable. Como cuando ves partir al último tren de la noche. Como cuando sabes que ese beso los llevará a la cama.
A la resignación se suman decisiones económicamente irresponsables. Y así, un día desembolsas cuatro euros por un par de mangos o cinco euros por un poco de maíz. Ayer he llegado a mi casa con estos mangos gigantes de Brasil básicamente por dos razones:
- Me recordaron mis tardes infantiles de verano, cuando mi mamá aparecía con estas tajadas perfectas cortadas de mango Edward listas para disfrutar. Mi-mami-me-mima.
- Me transportaron a un clima más cálido, uno en el que andas en shorts y sandalias y tu única preocupación es a qué playa ir el siguiente fin de semana. Un lugar en el que no ves el canal del tiempo antes de salir de casa.Los mangos me esperan en la cocina, en sus envoltorios amigables con el medio ambiente. Yo los estoy guardando como un premio: cuando termine el índice del proyecto, cuando acabe un capítulo del libro que estoy leyendo, cuando tenga mi habitación limpia. Los voy a cortar en tajadas perfectas de Instagram. Y más les vale estar deliciosos. https://medium.com/@lasperdidas